Contracturas musculares, cómo tratarlas

No importa la edad que tengas, si eres hombre o mujer, o cuál es tú estado de salud y ni siquiera si practicas o no deporte habitualmente: tú también puedes sufrir una contractura muscular. Estas contracciones involuntarias de los músculos son sumamente comunes, no respetan a nadie y pueden aparecer cuando menos te lo esperas, incluso si no estás realizando ningún esfuerzo, haciéndote sentir un dolor intenso y persistente.


Para tratarlas correcta y eficazmente y aliviar las molestias que causan, el primer paso es conocer qué son exactamente, por qué ocurren y qué podemos hacer nosotros para librarnos de ellas.



¿Qué es una contractura muscular?

Los seres humanos podemos contraer los músculos voluntariamente, y de hecho lo hacemos constantemente cuando realizamos todo tipo de actividades. Estas contracciones voluntarias las controlamos a través de nuestro cerebro, pero si un músculo se contrae involuntariamente y este espasmo produce dolor continuado, entonces estamos ante una contractura.

Cuando un músculo aumenta su tensión, se contrae, y lo que hace es acortar las fibras musculares; lo mismo ocurre cuando pasamos de un estado de reposo a uno de trabajo.

Si el músculo funciona correctamente, se contraerá primero y pasada la actividad que le genera tensión, volverá a su estado normal distendiéndose, pero si este último paso no ocurre, seguirá en tensión.

La tensión que sufre el músculo se manifiesta con hinchazón o abultamiento de esa zona, algo que altera su función normal, ya que cada vez que presionamos ese punto, notamos molestia, lo que se suele llamar “nudo muscular”.

Duración de una contractura muscular

Estas lesiones musculares no tienen una duración exacta en todos los casos; las hay que pueden tardar varios días en desaparecer, pero también las hay permanentes, que no se van ni siquiera cuando el músculo está en total reposo. Esto ocurre la mayoría de las veces en casos en los que ya existe una enfermedad o lesión que está en contacto con ese músculo.

Las contracturas musculares no suelen ser lesiones graves, pero sí pueden llegar al punto de convertirse en un molesto obstáculo a la hora de realizar nuestras actividades cotidianas o habituales e incluso entorpecer nuestro trabajo.

Tipos de contracturas musculares

Se suelen diferenciar 3 patrones de contracturas musculares por el momento en el que se generan:

- Las que surgen durante un esfuerzo físico, porque el cuerpo no estaba preparado o porque ha sido demasiado duro.

- Las que aparecen después de la actividad física, debidas a que el músculo es incapaz de retornar al estado de reposo en el que se encontraba antes.

- Las residuales, ocasionadas por una lesión anterior grave en la zona que estaba en contacto con ella.

Causas de las contracturas

Existen muchísimas causas, algunas de ellas muy comunes, que pueden hacer que acabemos con una contractura muscular:

- Una mala postura continuada al dormir, al sentarnos frente al ordenador o la televisión o ante cualquier otra actividad que haya podido mantener en tensión alguno de nuestros músculos.

- Al hacer un sobreesfuerzo, especialmente al coger peso si este es mayor del que podemos soportar.

- Un estilo de vida demasiado sedentario en el que no realizamos prácticamente actividad física y, por tanto, nuestros músculos no se encuentran fortalecidos.

- El estrés, nerviosismo o ansiedad, trastornos psicológicos que se dan a menudo en los últimos tiempos y que perjudican al sistema nervioso creando una contractura o tensión cervical en muchos casos.

- La mala alimentación, especialmente cuando se traduce en falta de hidratación o de algunos minerales necesarios para el normal funcionamiento de las células, como es el magnesio o el potasio.

Cómo tratar las contracturas

En una contractura muscular hay dos focos sobre los que centrarnos: por un lado en la inflamación y por otro en el dolor.

Para aliviar el dolor de una contractura muscular se suele recurrir al masaje para contractura utilizando un producto que sea específico para ello, como el aceite de hierbas Vital-Natur, elaborado a partir de extractos de plantas como el romero, la lavanda o el jazmín.

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Sus propiedades relajantes nos ayudarán a liberar esa tensión que se acumula en el músculo realizando un suave masaje sobre la zona afectada y además como su fórmula no es grasa, se absorbe rápidamente.

Otro fantástico remedio anti-inflamatorio y calmante a la vez es el Gel Sindolor, un gel líquido con camomila, que calma las terminaciones nerviosas, el aceite de oliva, que mejora la circulación sanguínea y el árnica montana, que alivia el dolor causado por un traumatismo, entre otros componentes

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Además, como funciona en formato roll-on, permite que podamos aplicárnoslo nosotros mismos con total comodidad y utilizarlo en cualquier momento y lugar en la zona exacta donde sentimos el dolor.

¿Qué es mejor: frío o calor para una contractura?

Los expertos siempre recomiendan en estos casos aplicar calor desde un primer momento para relajar los músculos. De esta manera haremos que el agarrotamiento del músculo vaya disminuyendo, favoreciendo así una recuperación más pronta.

Cuando se trata de una lesión a causa de un golpe, entonces sí que utilizaríamos el frío para combatir la posible inflamación que se derivara de ese traumatismo, pero no en el caso de las contracturas musculares.

Prevención de una contractura muscular

Con estos pequeños gestos, seguro que es más fácil hacer que las contracturas musculares pasen de largo:

- Antes de realizar ejercicio físico intenso, conviene calentar bien los músculos para que no pasen de la inactividad a la actividad elevada sin darles tiempo a prepararse.

- Al finalizar el ejercicio físico, estirar bien cada uno de los músculos que hemos trabajado para que enfríen adecuadamente y puedan volver a su estado de reposo sin dificultad.

- Realizar actividad física moderada a diario, como por ejemplo caminar, hacer natación o cualquier otro ejercicio que nos motive a movernos para fortalecer los músculos.

- Si tenemos un ritmo de vida demasiado acelerado y un gran nivel de estrés emocional, tratar de rebajarlo en la medida de lo posible delegando en los demás, tomándolo todo con más calma.

- Mantener una correcta postura corporal.


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